Podrán adquirir una entrada desde 20 euros, habrá un precio especial de 10 euros para los socios de la Peña Madridista de Berja y en diversos comercios

Diez años de pregón como antesala de la corrida de toros. Y para este significativo aniversario recayó el honor en Jacinto Castillo, crítico, o cronista como a él le gusta sentirse, referente del paisaje taurino almeriense. Presentado por el alcalde Antonio Torres que defendió a los toros como «parte de la cultura» y resaltó que siempre en Berja «se procura que esté en el cartel un torero del entorno almeriense».

 Gabriel Luis G. Callejón, maestro de ceremonia, recordaba que el primero fue en el 2002 siendo él mismo quién lo hizo. Presentó a los toreros del cartel del 4 de agosto. El cordobés José Luis Torres y el almeriense Francisco Torres Jerez, presentes en el acto, recibieron los aplausos de reconocimiento de los presentes. Javier Torres Viedma, anterior pregonero, presentó a Jacinto Castillo destacando «las sensatas opiniones de sus crónicas de aficionado cabal, honesto que tiene el respeto de los aficionados».

Ya en faena Castillo, dijo ser para él un «honor y orgullo ser pregonero», por primera vez pese a su larga trayectoria, considerando la plaza de Berja como suya porque «hace veinte años fue cuando mi padre me pudo acompañar a los toros por última vez. Y fue aquí». Defensa de la fiesta en el fundamento del público y su protagonismo fue el pilar de su magnífico pregón. «En los toros el público… siempre termina convirtiendo el paisaje interior de la plaza en un auténtico espectáculo: dejándose llevar por la pasión, manifestando sus disgustos o sus alegrías, discutiendo sobre lo que todo el mundo acaba de ver como si nadie lo hubiese visto. Todo eso es tan esencial que nadie puede sustraerse a la expresión libre y espontánea del respetable… Hace ya algún tiempo que tengo la sensación de que los toros no admiten defensa, porque forman parte de algo tan profundo, tan arraigado entre quienes aman este fenómeno, que casi se puede decir que lo taurino antecede a las palabras, a lo verbal…. Antes de que la civilización occidental comenzara a «humanizar» al animal, hasta convertirlo en una especie de «congénere» en lo afectivo y en lo social, la fiesta taurina humanizó al toro, le confirió valores muy próximos a los humanos. Le consideró noble y valiente y por eso, lo echó a la plaza a pelear con los hombres, para ver de qué manera el talento humano podía salir victorioso frente a las feroces embestidas desatadas por un animal que, pese a su condición salvaje, tenía algunas virtudes esenciales comunes con el hombre». Pregón para la memoria.