Berja celebra este sábado 17 de septiembre la memoria de su Beata Josefa Ruano García, virgen y mártir. Los cultos y la procesión contarán con la presencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Almería y provincias cercanas. La Eucaristía se celebrará a las 20:00 de la tarde en la Parroquia de la Anunciación, al finalizar ésta, la imagen de la Beata será procesionada por los fieles de Berja hasta la calle Pago, lugar que la vio nacer el 9 de julio de 1854.

La Beata nace en un hogar formado por Antonio y Mª Ramona. Ingresa en la recién estrenada Congregación de Hermanitas de los ancianos Desamparados el 8 de diciembre de 1877. Ese mismo día hacía la profesión perpetua la fundadora, hoy santa Teresa Jornet. Sor Josefa hizo los votos perpetuos en Valencia el 15 de octubre de 1885. A Sor Josefa le tocó ejercer el servicio de gobierno que, según informan los que la conocieron, desempeñó con gran virtud y capacidad. Los que la conocieron u oyeron a personas que la habían conocido nos dicen de ella: “Era buenísima, una verdadera santa; tenía una caridad ejemplar, estaba siempre pendiente de todos, unía mucho a la comunidad; su trato era muy afable, atento y cariñoso”.

La constante hostilidad anticristiana durante la II República se generaliza tras el levantamiento militar de julio de 1936. En Requena, los milicianos se incautan del asilo, en perjuicio de los ancianos. Impedidas de atender a los viejecitos, Josefa (82 años) dispone la dispersión de la comunidad, consiguiendo poner a salvo a cinco religiosas, pero a ella, a Sor Dolores Puig (79 años) y a Sor Gregoria Pérez las detuvieron a finales de agosto, mientras esperaban ocasión de marchar. Ilegalmente retenidas, estaban condenadas a muerte, sin juicio y sin defensa, sólo por ser religiosas. Fueron sometidas a malos tratos varios días, hasta el 8 de septiembre. Las sacaron en un coche. Intentaron apartar a la más joven, pero no pudieron separarlas. Más adelante, a la altura de Buñol, las fusilaron. Murieron proclamando su fe y perdonando a sus verdugos, como Jesús. Sor Gregoria sobrevivió; atendida por el alcalde comunista de Buñol, hombre recto, ella le avaló tras la Guerra, obteniendo la libertad de su benefactor. Sus restos se conservan en la capilla de la casa de Requena. Beatificada por Juan Pablo II, en Roma, el 11-III-2001.