Tres hermanos de una humilde familia de Berja sufrieron una fuerte intoxicación por ingerior unos boquerones aderezados accidentalmente con sulfato y cocinados para condimentar unas inofensivas gachas
El dÃa invitaba a almorzar en el porche de la casa-cortijo que la familia Parra Ferrón poseÃa en la barriada de Peñarrodá. El dÃa 25 de septiembre de 1995, despedido ya oficialmente el verano, estaba siendo un tanto caluroso para esas fechas y el sol lucia en su máximo esplendor. En la mesa de comedor instalada provisionalmente frente a la puerta del cortijo, en torno a las dos y cuarto de la tarde, junto a las tres victimas mortales, otros siete comensales más entre ellos un niño de corta edad y una mujer de avanzada edad se sentaban en torno a la mesa para almorzar unas apetitosas gachas.
La tragedia tuvo un rápido e inesperado desenlace, cuando no hacia ni media hora que la familia habÃa iniciado la comida. En un momento determinado, varios de los comensales empezaron a sentirse mal afectados de nauseas y fuertes dolores estomacales comenzando a perder la visión.
Pedro Parra Ferrón fue el primero de los intoxicados en caer desplomado sobre la mesa cuando apenas llevaba ingerido medio plato falleciendo veinte minutos después en el ambulatorio médico de Berja sin que llegara a comenzar la digestión de los alimentos consumidos, sin que los sanitarios pese al esfuerzo en salvarle la vida pudiesen remontar su gravÃsimo estado.
Su hermana Concepción de 59 años de edad fue evacuada urgentemente en una ambulancia hasta AlmerÃa, ingresando en estado comatoso falleciendo en la Unidad de Cuidados Intensivos del centro médico de Torrecárdenas unas cuatro horas más tarde. Su otro hermano, José Parra Ferrón de 49 años de edad, entró en un coma profundo como consecuencia de la virulenta infección quedando en estado vegetativo falleciendo una semana después en el hospital médico de la Cruz Roja.
Un dÃa más tarde de producirse la tragedia y practicadas las autopsias, los médicos forenses remitieron vÃa aérea al Instituto Nacional de ToxicologÃa de Madrid, restos de las vÃsceras de los fallecidos para su estudio y análisis y determinar el elemento quÃmico causante de la toxiinfección.
En el hospital, Torrecárdenas, en la Unidad de Cuidados Intensivos, fue ingresada Encarna Parra pariente de los fallecidos, en estado muy grave aunque finalmente los médicos pudieron eliminar la toxicidad del envenenamiento y lograron salvarle la vida recuperándose en planta.
Según se pudo conocer posteriormente, los boquerones secos utilizados para condimentar una olla de gachas «colorás», habÃan sido fumigados accidentalmente con un producto quÃmico de alta toxicidad. Los boquerones, se expusieron a secar sobre unas parras existentes en la puerta del cortijo unos dÃas antes y quedaron impregnados por el insecticida.
Curiosamente, el potaje no intoxicó gravemente a otros miembros de la familia, entre ellos un niño y la abuela casi centenaria ya que el grado de afectación fue mÃnimo. La mujer, Concepción Ferrón Fernández de 92 años y madre de las tres victimas y el menor Jesús Parra Ruiz de ocho años, inexplicablemente no sufrieron graves complicaciones, aunque la anciana permaneció unas semanas hospitalizada sometida a distintas exploraciones y tratamiento médico al tratarse de una persona de salud delicada dada su edad.
Los responsables sanitarios del hospital Torrecárdenas acostumbrados a tratar casos de envenenamiento por el uso de plaguicidas entre los agricultores de la comarca del Poniente, mostraron su extrañeza ante la sintomatologÃa presentada en varios de los intoxicados por el órgano fosforado, que actuó de forma fulminante.
La instrucción del caso corrió a cargo del juzgado numero 8 de AlmerÃa y las diligencias fueron instruidas por la Unidad de PolicÃa Judicial de la Guardia Civil, personada hasta la barrida virgitana donde se produjo la masiva intoxicación. La tragedia de la familia Parra y las circunstancias en que se produjeron estas muertes causaron una profunda consternación no solo en el municipio virgitano, sino en toda la provincia en general. El entierro de las victimas concentró a prácticamente todo el pueblo, ya que se trataba de una familia muy querida y apreciada en la localidad que se habÃa ganado el cariño de sus convecinos.
Al sepelio acudieron las autoridades locales y en las dependencias del ayuntamiento de Berja las banderas ondearon a media asta en señal de luto. El ayuntamiento decidió suspender las fiestas de la barriada que se iban a celebrar una semana después. Como dato indicar, que ese año, en la provincia de AlmerÃa se produjeron seis casos de toxi infecciones por la ingestión de productos en mal estado de tipo bacteriano.