La Audiencia Provincial ha condenado a tres años y tres meses de prisión a un joven de 26 años, vecino de Berja (AlmerÃa), que sometió a una situación reiterada de vejaciones, golpes y amenazas a su novia durante tres años de convivencia, en los que, además, le prohibió salir con sus amigas, le obligó a no maquillarse y vestirse con chándal, y le separó de su entorno familiar.
El fallo de la Sección Tercera, a la que tuvo acceso Europa Press, impone al acusado, en prisión provisional desde febrero de 2008 dos años de cárcel por un delito de malos tratos habituales, nueve meses como autor de un delito de violencia en el ámbito familiar y otros seis meses por amenazas aunque le absuelve de la agresión sexual por la que el fiscal pidió en la vista oral una pena de diez años.
La sentencia considera probado que, a las pocas semanas de convivir con la vÃctima, el joven comenzó crear un «clima de asfixia y aislamiento» en torno a ella. Le insultaba con expresiones como «zorra» o «puta», controlaba sus salidas y le prohibÃa ver a sus amigos, lo que obligó a la mujer a «borrar» cualquier llamada en el móvil que revelase su contacto con terceras personas.
Paralelamente, el acusado, que dio su primera bofetada a las dos semanas de empezar a vivir juntos, le impuso una manera de vestir y maquillarse hasta ejercer «control absoluto» de su voluntad. «Llevado por los celos», recoge el tribunal, revisaba todas las habitaciones del domicilio familiar al regresar para comprobar que «no habÃa ningún hombre escondido». Las agresiones con puñetazos y patadas en la cabeza se hicieron entonces constantes durante los fines de semana.
El joven, quien ante la sala aseguró que «velaba para conducirle por el buen camino» y que ese «era el que él decidÃa», incluÃa en su comportamiento continúas amenazas de muerte bien para ella o bien para su familia. Refleja, asÃ, la sentencia que una noche «la sacó de una discoteca, la subió en el coche y, en un cerro, la bajó y la emprendió a golpes para después dejarla allà sola». AMENAZAS
Tras tres años de convivencia, la mujer fue asistida en febrero de 2008 por efectivos de la Unidad Integral de Violencia de Género después de que tuviese que ser atendida en un centro de salud de numerosas equimosis y erosiones debido a las patadas que le dio durante una gran discusión en el que él le decÃa, entre insultos, que «la iba a dejar inválida». El acusado aseguró no recordar haberle dicho eso pero sà advirtió ante la sala que «no sabe la reacción que podrÃa tener si entraba en la cárcel.
Señala el tribunal como «plenamente acreditado» en virtud de la declaración y de los peritos forenses, que encontraron lesiones antiguas en el cuerpo de la vÃctima, que el joven, vecino de Berja, la sometió a violencia fÃsica y psÃquica «habitual» y que creo en su compañera sentimental «una sensación de miedo, angustia e inferioridad» que lesionó «gravemente su dignidad y su libertad».
El corroboró ante la sala tanto el ataque a la salida de la discoteca como la agresión que derivó en la denuncia aunque la primera la definió como «un tortazo». La sentencia apunta, sin embargo, que existe una «duda razonable» acerca de la verosimilitud de la agresión sexual que describió haber sufrido el dÃa de la discusión ya que, sostiene, la añadió a su declaración ante la Guardia Civil después de prestar testimonio y tras hablar con su abogada.
Apunta, asimismo, el tribunal, que falla el pago de una indemnización por daño moral de 3.000 euros en un sentencia recurrida en casación ante el Tribunal Supremo, que incurrió «en contradicciones» a lo largo de sus sucesivas declaraciones en el proceso judicial y que resulta «extraño» que, después de un episodio «de tal violencia», se quedase durante horas en casa mientras hacÃa la maleta para marcharse y dejaba ordenada la estancia.
Fuente: Diario IDEAL y Europa Press