Hay más de una docena de afectados, entre ellos el antiguo alcalde pedáneo que ya ha perdido dos explotaciones La familia de Juan Galdeano, propietaria de 6 hectáreas de invernaderos junto al mar en Balanegra, teme que el Mediterráneo y los temporales de Poniente acaben con el trabajo de toda una vida dedicada al cultivo de hortalizas y engulla sus explotaciones agrícolas. De hecho, ya hay dos fincas, una desaparecida y otra destruida, que han sufrido los efectos de la subida constante del nivel del mar en esta zona costera del Poniente almeriense.
«Es tal la situación que sufrimos que la propia dirección de Costas nos ha dado autorización para que construyamos un muro que impida la entrada de agua», describe Juan Galdeano, que en los años 80 fuera alcalde pedáneo de Balanegra antes de convertirse en entidad local autónoma.
Galdeano y su familia han tenido que levantar un muro de piedra de 300 metros de largo por 3,5 metros de alto, sufragado de su propio bolsillo y sin subvención alguna. Pero ese no es todo el capital necesario para salvaguardar sus invernaderos del ascenso de las aguas. Todavía quedan pendientes de cubrir otros 150 metros de litoral para evitar que el mar entre en sus explotaciones agrícolas. El coste de esta inversión es elevado, ya que el metro de muro tiene un desembolso de entre 50 y 60 euros.
Este propietario no es el único afectado. «En la playa de Balanegra hay entre 14 y 15 agricultores con sus fincas lindando al mar», enumera, «y todos han tenido que ir retranqueando hacia atrás sus invernaderos por la subida del nivel del mar».
Juan Galdeano lamenta, sin embargo, que «nadie me ha dado ninguna explicación a lo que está pasando, todo lo que estoy haciendo es a título personal y no he recibido ayudas por parte de nadie».
Judías y conchas de mar
La zona costera es especialmente propicia para el cultivo de judía verde y pepino porque no hay grandes oscilaciones térmicas entre el día y la noche, las condiciones de humedad y temperatura son las idóneas para estos dos productos, y se consiguen muy buenos cuajes.
Juan Galdeano muestra a LA VOZ los restos de un invernadero que producía estos cultivos hasta hace solo unos años y «donde ahora podemos ver conchas de mar», expresa al mismo tiempo que recoge una de ellas entre la arena, junto a un muerto (alambre que tensa la estructura de un invernadero) que aún se hace visible entre las piedras del muro que separa tierra y mar.
Este invernadero, ya desaparecido, estaba hace años situado a unos 60 metros de distancia de la línea costera. Delante de esta finca, que acabaría siendo devorada por el mar, había una playa, también inexistente hoy día, y un camino, ahora bajo el agua.
«El nivel del mar empezó a subir a raíz de que en la Albufera de Adra se empezasen a hacer espigones, muchísimos, y ahora siempre que hay Poniente el mar se come la arena», critica Galdeano.
Además de este invernadero hay otro segundo, también de esta misma familia, que sufrió la virulencia de un temporal de invierno, que derribó la estructura y propició la entrada de una lengua de mar en la finca. Hoy día el invernadero está totalmente destrozado y por los suelos.
Un pueblo costero sin playa
Pero más allá de la situación que afecta a los invernaderos, situados junto a la costa, el problema del ascenso del mar pone en peligro la continuidad a corto plazo de la playa de Balanegra. Esta denuncia la comparten tanto el antiguo alcalde pedáneo, Juan Galdeano, como la actual alcaldesa, Mercedes Tapia. «O se remedia pronto o vamos a tener un pueblo costero sin costa y, por tanto, sin posibilidad de desarrollo turístico», exclama Galdeano.
«No queremos ganarle terreno al mar, solo defender lo que tenemos y que Balanegra conserve la magnífica playa que siempre ha tenido», enfatiza Tapia.
La alcaldesa propone varias posibles soluciones, entre ellas que «se recupere la misma arena que se come el mar y que se queda asentada bajo el agua a 50 metros de la costa, y que sea posible hacer distintos tipos de espigones».