La Sombra de Hess. Dos Caras de una Moneda, del autor Juan Miguel Maldonado Vargas (Adra 1960), es el sugerente título de una novela histórica combinada con un gran componente de ficción que desarrolla la vida paralela de Adolf Jellinek, hermano gemelo del dirigente Nazi, Rudolf Hess. La obra fue presentada ayer sábado en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Berja, localidad de residencia del escritor.
Ambos son hijos de una joven judía que había quedado embarazada tras ser violada en Odesa (Rusia) en un pogromo, purgas, linchamientos masivos y destrucción de viviendas organizadas por la propia policía zarista contra la población de religión hebrea, origen de las persecuciones a gran escala. Nacen en Alejandría (Egipto) en 1894 ciudad en la que muchos de aquellos hebreos perseguidos se habían refugiado. Tras morir la madre en el parto, ambos niños son separados y confiados en adopción a dos familias distintas y antagónicas: los Hess, alemanes que abrazarán los postulados hitlerianos y los Jellinek, judíos austríacos, que son partidarios del Sionismo, la formación del Estado de Israel en los antiguos territorios hebreos de Palestina y la emigración en masa de todos los judíos errantes por el mundo hacia una nueva tierra prometida, de claros tintes bíblicos.
Jellinek enlazará pronto con los movimientos sionistas (retorno de los judíos de todo el mundo a Israel) y será encargado de esparcir la semilla del Sionismo por toda Europa. Para ello se siente inmerso en una gran partida de ajedrez, sacrificando piezas a cambio de obtener la victoria final. Participa en acciones cruciales de la historia, como el asesinato del Archiduque de Austria en Sarajevo que originará la Primera Guerra Mundial o la muerte de Rasputín, el hombre más influyente del Zar Nicolás II. Junto a ellos, aparecen otras figuras de la historia como el banquero Rostchild, el político ruso revolucionario Lenin o el mafioso italoamericano Lucky Luciano. Estos y otros hechos aparentemente sin conexión tendrán un efecto dominó para lograr que las potencias colonizadoras de Palestina den su conformidad al nacimiento de Israel como nueva nación.
Explica el autor a través de una serie de personajes que interactúan, que el estallido de la Primera Guerra Mundial se debió en realidad al objetivo sionista de conseguir la migración de miles de judíos para fundar el futuro estado de Israel, debilitando a través de la contienda a los estados antisemitas que participaban en ella (Alemania y Rusia) y del resto de los estados europeos en los que no eran perseguidos pero sí odiados.
Toda esta trama se desarrolla entre 1894 y 1948, año de creación del estado israelí. El título de la obra, resalta, con datos contrastados, las conexiones demostradas entre nazis y sionistas para conseguir sus fines, a la vez antagónicos y complementarios. Por una parte el partido Nazi quería en un primer momento expulsar a los judíos alemanes.
Esta persecución fue alentada por los Sionistas que pretendían aprovechar que el antisemitismo hiciese a los hebreos alemanes asimilacionistas, reacios a abandonar el que creían su país, plantearse que la única forma de salvar la vida era emigrar hacia su nuevo hogar en Oriente Medio.
Adolf Jellinek es un hombre de principios y leal al grupo que ha ido confiándole distintas y peligrosas misiones. Pero cuando conoce ese pacto en la sombra se ve desencantado y rompe de manera drástica con los que hasta entonces creyó sus amigos e incluso dieron sentido a su vida. En especial se ve traicionado por David Grun, una especie de ángel de la guarda tras el que se esconde la personalidad del político israelí David Ben Gurion. Judíos que pactan con Nazis para que éstos persigan judíos. Una conspiración que forma las dos caras de una moneda: el poder supremo para exterminar al débil, al diferente y que tendrá como consecuencia el Holocausto.
Al final, abandonado por sus antiguos camaradas y apresados por los Nazis en Alemania, Jellinek siente que su vida ha llegado a su fin al ingresar en el campo de concentración de Dachau. Pero su gran parecido con el todopoderoso Rudolph Hess le salva la vida. A cambio de de ser «la sombra de Hess» de suplantar a este personaje controvertido del Nazismo, que había sido apresado por los ingleses en los primeros momentos de la Segunda Guerra Mundial, tras aterrizar en Escocia solo a bordo de un avión. Al parecer Hess tenía la misión de provocar en Gran Bretaña la insurrección contra el Gobierno de un gran movimiento Nazi que había ido creciendo en las islas británicas desde finales de los años 20.
Esta obra de acción e historia, contiene una cuidada descripción de los ambientes, ciudades y lugares que el protagonista visita. El libro desarrolla un gran número de hechos reales tratados con rigor y explicados a los lectores por medio de citas al pie de página que amplían la información y aclaran conceptos. Para dar vida a ese relato, el autor emplea una multitud de personajes y realiza una cuidada descripción de su fisonomía, como si los fotografiase, usando las palabras adecuadas y precisas.
Otra de las claves que la novela desarrolla es el paso del pueblo judío de víctima a verdugo, de perseguido a hostigador y las claves y pactos entre grupos humanos, como las relaciones probadas entre el nacionalismo serbio y el Sionismo que tienen a los bosnios musulmanes como enemigos, a su vez una clave importante cuando en los años 90 del siglo XX se sucedan las Guerras de los Balcanes.
El insinuante nombre del protagonista, Adolf, representa la simbiosis entre el judaísmo y el nazismo que comparten la identidad nacional y la supremacía racial como principios básicos. El propio Adolf a pesar de su alejamiento de ideas totalitarias no puede reprimir en algunos momentos tratar a los árabes de Palestina que conviven de forma cada vez más tensa con los numerosos y progresivos contingentes hebreos que se instalan en sus tierras, como ciudadanos de segunda clase.
Adolf se debate también en el dilema de si la esencia judía es raza o religión. Sobre si los judíos deben vivir en un estado propio o si pueden sentirse parte de estados aconfesionales y multiculturales y ser por tanto asimilacionistas. Al final de la novela hay un canto a la esperanza, la posibilidad de una convivencia ordenada entre judíos y palestinos bajo los auspicios de las Naciones Unidas.
Pero en ese último caso el paso de los años nos ha hecho comprobar que la realidad supera a la ficción y que los niños judíos y palestinos presos de sus religiones, son educados en un odio perpetuo que parece no tener fin.
Fuente: Diario de Almería