Si en algún cultivo persiste hoy día el modelo familiar, tan característico en otros tiempos en la agricultura almeriese, es sin lugar a dudas en el guisante. Se trata de una hortaliza que se cría en Berja, en Dalías y en la serranía que sube hasta la Alpujarra y que se comercializa en las corridas de estos pueblos y también en alguna de El Ejido.
«Se siembran en agosto, se empiezan a recoger unos dos meses después y se cotizan a un precio rentable», describe Serafín Sánchez, un productor de Dalías, «aunque a partir de ahora comienza a bajar el precio».
A lo largo de la actual campaña este producto ha llegado a iniciar su cotización en la subasta incluso a 3 euros, aunque la mayor parte del tiempo arranca a 2 euros y de ahí va bajando.
La clave para que sea rentable es la mano de obra, aspecto coincidente con la judía verde. «Requiere mucha mano de obra, pero en la zona lo recoge toda la familia y, por eso, es rentable, sobre todo teniendo en cuenta que es un cultivo casi único difícil de compaginar con otros» según Sánchez.
Por tanto, se trata de un producto rentable en pequeñas explotaciones, ya que se suele vender a medias de entre 2,20 euros/kilo y 2,30 euros, lo que deja unos márgenes suficientes para cubrir costes y dar beneficios. Por ejemplo, es fácil encontrar guisantes en Dalías y Berja en fincas de apenas 5.000 metros cuadrados donde trabajan unas tres personas, todas miembros de una misma familia. Sin embargo, este producto no puede extenderse al resto de municipios con invernaderos, ya que requiere una climatología y características muy peculiares. «Necesita frío, por eso, se cultiva en invernaderos con el plástico roto para que pueda transpirar; pero sobre todo en bancales con tela o bien al aire libre», comenta.