El pasado 27 de mayo, a través de una reunión virtual, los miembros del jurado fallaron el VIII Concurso de Relato Corto Pepe Criado, los autores Antonio Carbonell, María Ángeles Martín y Juan José Ceba, junto a Rocío Domínguez, responsable de la Biblioteca de Berja desde la que se organiza la convocatoria.

Se ha seleccionado como ganador el relato titulado “De fábula: cadenas de aire”, escrito por Remedios Jiménez Martínez, que participa desde Serón (Almería), calificándolo como “preciso y brillante” del que destacan que el “núcleo del relato es una imagen, con una enorme capacidad de sugerencia, que se convierte en símbolo y habla con muchas voces, o una sola voz en la que agrupa la humanidad que clama. Es bellísimo. Hay una gran tensión y una denuncia. Sabe mantener el misterio, incluso después del sorprendente final, que debe hacernos pensar y nos deja, como única certeza, aquello de la insoportable levedad del ser. Todo dicho con una poética fina y magistral, que desvela la sensibilidad y originalidad, fuera de lo común, de su autora. Escribir tan breve, tan en corto y con tanto alcance, supone un verdadero hallazgo”.

El accésit lo ha merecido Moisés Salvador Palmero Aranda, que participa desde El Ejido (Almería), por su relato “El valor de las palabras”. Se trata de un relato bastante redondo en cuanto a la estructura, lo que se narra y cómo se narra, reivindicativo, solidario y poético.

RELATO GANADOR
DE FÁBULA: CADENAS DE AIRE

“La libertad con hambre no es más que otra ilusión.”
Nosotros que somos libres.
No hay nada más grande que nuestra libertad, le dice un escuálido perro a otro más famélico si cabe, mientras se resguardan del inclemente sol veraniego bajo unos matorrales y observan las tranquilas aguas de aquel mar, cuyos olores reconocen sin esfuerzo de tanto como han recorrido sus playas en busca de algo que llevarse a la boca.

Mientras se solazan, oyen cómo otro perro se desgañita llamando desde la orilla a un solitario bañista y no pueden entender por qué aquella criatura está tan asustada, tan paralizada por el miedo que no logra moverse apenas.

Lo que aún ignoran es que el perrillo que ellos contemplan con tanta lástima está atado con una minúscula correa a una sandalia.

REMEDIOS JIMÉNEZ MARTÍNEZ

ACCÉSIT
El valor de las palabras

Miró el reloj y se puso nervioso, no le gustaba hacerla esperar. Metió la cacerola y el cucharón en la mochila mientras los mensajes sonaban. No hacía falta mirarlos. Las redes sociales de todos sus amigos habían compartido el cartel de la manifestación junto a reivindicaciones de justicia y libertad.

Cruzó la plaza intentando pasar desapercibido entre jóvenes que portaban banderas de otra España, una en la que no podrían haber salido a protestar a las calles. Lo irónico, pensaba, es que meses atrás, esas mismas proclamas, habían sido utilizadas para enarbolar banderas de otros colores, de otras ideologías. Devaluar palabras tan bonitas debería estar castigado.

Recogió la bolsa destinada a María en el banco de alimentos. Mientras cruzaba el pasillo iba subiendo persianas y saludando a la anciana que le esperaba cada semana en la destartalada butaca. Le regaló una caricia, una mirada, un beso. Sin dejar de hablarle colocó la comida en los estantes y preparó el potaje que puso a fuego lento. Se sentó a su lado y, entre risas, jugaron a las cartas. Cuando cerraba la puerta pensaba que había palabras que habría que aligerar de peso. Mientras, María, bajaba las persianas.

MOISÉS S. PALMERO ARANDA